La relación entre inflación y desempleo, representada por la Curva de Phillips, es clave para entender la dinámica económica peruana. Analizar este vínculo permite comprender las decisiones de política económica y sus efectos en el bienestar social. Explorar cómo esta relación se manifiesta en el Perú ayuda a prever posibles escenarios y a tomar mejores decisiones.
Origen y teoría de la Curva de Phillips
Los cimientos de la Curva de Phillips se encuentran en la observación empírica realizada por el economista A.W. Phillips en 1958. Analizando datos del Reino Unido, Phillips descubrió una regularidad: cuando el desempleo descendía, los salarios tendían a incrementarse más rápido, y viceversa. De ahí surgió la conocida relación inversa entre desempleo e inflación, inicialmente interpretada en términos de inflación salarial, pero luego aplicada a la inflación de precios.
El razonamiento subyacente es sencillo: con menos desempleo, las empresas compiten por trabajadores, presionando al alza los salarios y los costos de producción, lo que se traslada a los precios. Cuando el desempleo es alto, esa presión salarial es limitada y la inflación tiende a moderarse. El modelo original de Phillips asumía expectativas estáticas y un mercado laboral rígido en el corto plazo. No contemplaba, por ejemplo, los efectos de shocks de oferta o el papel de las expectativas inflacionarias de los agentes económicos.
A lo largo de las décadas, la interpretación de la Curva de Phillips ha evolucionado. En los años setenta, la aparición de estanflación en economías desarrolladas –alta inflación y alto desempleo simultáneamente– desafió la validez de la relación original. Economistas como Friedman y Phelps incorporaron las expectativas adaptativas, mostrando que la curva solo describe una relación a corto plazo y que, a largo plazo, la política monetaria no puede reducir el desempleo por debajo de su nivel natural sin provocar mayor inflación.
Distintos países han mostrado matices en la aplicación de la Curva de Phillips. Por ejemplo, en Estados Unidos la relación ha sido más evidente en ciertos periodos; en países europeos, la rigidez laboral a veces ha atenuado el efecto. En América Latina, la volatilidad macroeconómica suele distorsionar la dinámica. Hoy, considerar la interacción entre expectativas, políticas públicas y rigideces estructurales es clave para emplear el marco teórico de la Curva de Phillips en el diseño de políticas económicas, como se puede ver en experiencias como la estadounidense (análisis de la Curva de Phillips en EE.UU.).
Evolución macroeconómica y datos en Perú
La Curva de Phillips, originada por el economista A.W. Phillips en 1958, buscó explicar empíricamente la relación entre desempleo e inflación observando datos históricos del Reino Unido. Phillips identificó que cuando el desempleo disminuía, la inflación tendía a incrementarse, y viceversa. Su planteamiento se sustentó en el análisis de salarios nominales y su crecimiento como resultado de la presión sobre el mercado laboral. Este esquema inicial supuso una economía cerrada, sin expectativas adaptativas y con rigideces salariales.
Con el tiempo, la teoría evolucionó y fue objeto de revisión, especialmente tras la crisis de estanflación de los años setenta. Economistas como Milton Friedman y Edmund Phelps introdujeron la expectativa de inflación, formulando el concepto de tasa natural de desempleo, que limita la validez de la relación inversa planteada por Phillips. Así, se reconoció que políticas expansivas para reducir el desempleo por debajo de su nivel natural solo generarían inflación creciente si los agentes anticipaban dicha política.
El caso estadounidense mostró la hegemonía de la Curva de Phillips durante años, hasta el colapso del modelo en épocas de alta inflación y alto desempleo. En España, el comportamiento del mercado laboral y los efectos de la política monetaria europea han evidenciado relaciones más complejas, donde factores institucionales y expectativas juegan un rol decisivo. En América Latina, la experiencia ha sido igualmente diversa, con periodos en que la curva no reflejó los datos por factores estructurales y vulnerabilidad externa.
Esta discusión ha impactado la política pública. Los bancos centrales integran hoy el análisis de expectativas y credibilidad en sus estrategias. La relación desempleo-inflación ya no se considera un trade-off sencillo, sino el resultado de múltiples variables y choques. Para quienes buscan entender cómo funcionan estos mecanismos, conceptos como oferta agregada y demanda agregada resultan clave para analizar el trasfondo de la Curva de Phillips y su vigencia en contextos nacionales y globales.
Factores propios y distorsiones del modelo en Perú
Cuando Alban William Phillips publicó en 1958 su análisis sobre salarios y desempleo en Reino Unido, revolucionó el pensamiento económico. Usó datos de casi cien años para mostrar una relación inversa entre tasas de desempleo y crecimiento salarial, base de la actual Curva de Phillips. Esta asociación sugería que cuando el desempleo bajaba, los salarios —y luego los precios— tendían a subir, mientras que un mayor desempleo iba acompañado de menor presión sobre los precios. La explicación original descansaba en la flexibilidad limitada de los salarios y en cómo las empresas, ante escasez de mano de obra, competían entre sí subiendo sueldos.
Los fundamentos teóricos de esta curva pasaron rápido del ámbito empírico al núcleo de la política económica. Economistas keynesianos aceptaron que existía un posible “menú de opciones” entre inflación y desempleo a corto plazo. Así, los gobiernos podían, en teoría, elegir políticas que prioricen menor paro a costa de mayor inflación, o viceversa. Países como Estados Unidos y Reino Unido aplicaron este marco tras la Segunda Guerra Mundial, considerando que los efectos inflacionarios debían ser administrados con políticas fiscales y monetarias prudentes.
Sin embargo, pronto surgieron desafíos conceptuales y empíricos. A partir de los años setenta, episodios de estanflación —alta inflación con alto desempleo—, como en Estados Unidos, mostraron límites importantes al modelo inicial. Surgieron teorías alternativas que señalaban la influencia de expectativas de inflación y choques de oferta, lo que condujo a versiones modernas de la Curva de Phillips donde la relación inversa se sostiene solo cuando las expectativas inflacionarias permanecen estables.
Hoy, la Curva de Phillips sigue vigente para el debate de política monetaria. Sus aplicaciones han variado en función de cada economía y entorno institucional. En América Latina, países como México o Argentina han experimentado rupturas en este vínculo cuando factores externos, control de precios o rigideces estructurales distorsionaron la relación teórica. Su comprensión resulta crucial para interpretar los escenarios de inflación y desempleo, como se discute en los efectos de la inflación en la economía y en la elaboración de estrategias de política macroeconómica adaptadas a contextos volátiles.

Implicancias para la política económica peruana
El análisis original de la Curva de Phillips se originó en 1958, cuando Alban William Phillips, un economista neozelandés, examinó datos anuales de salarios y desempleo en el Reino Unido y observó una regularidad: existía una relación inversa entre la tasa de variación de los salarios y la tasa de desempleo. Este hallazgo impulsó a Phillips a publicar un artículo fundamental para la macroeconomía: la caída del desempleo solía venir acompañada de una aceleración en el crecimiento salarial, y viceversa.
La interpretación inicial era clara y seductora: políticas que impulsaban el empleo podían tolerar algo de inflación, y al revés. Sobre esta base, se diseñaron muchas estrategias de política económica, especialmente después de los años 60. Pero, como toda teoría económica, la Curva de Phillips vino acompañada de supuestos clave. Su validez dependía de la estabilidad de las expectativas de inflación de los agentes económicos, de un mercado laboral relativamente rígido y de la ausencia de shocks externos que afectasen simultáneamente precios y empleo.
Con el paso de las décadas, la experiencia global —sobre todo la estanflación vivida en Estados Unidos y varios países europeos en los años 70— reveló límites en la interpretación original. Economistas como Milton Friedman y Edmund Phelps subrayaron la importancia de las expectativas adaptativas y racionales: la relación inversa podía desvanecerse si trabajadores y empresas anticipaban cambios futuros en la inflación.
En países como Estados Unidos, la Curva de Phillips mostró desplazamientos y aplanamientos dependiendo del contexto, obligando a los bancos centrales a modificar sus estrategias monetarias (ver más en impacto de la política monetaria). Modelos posteriores integraron mecanismos como la tasa de desempleo “natural” y las expectativas, demostrando que la relación inflación-desempleo no era permanente.
La relevancia de este debate continúa: su comprensión sigue siendo clave para la política pública, tanto en economías desarrolladas como emergentes, para diseñar respuestas ante el desempleo y episodios inflacionarios.
Conclusiones
La Curva de Phillips sigue siendo relevante para analizar la economía peruana, aunque debe adaptarse a sus particularidades. Comprender su funcionamiento permite a estudiantes y profesionales anticipar efectos de política pública. Aprovechar recursos de formación como artículos y cursos online es clave para aplicar estos conceptos de forma práctica y mejorar la toma de decisiones.

