La relación entre inflación y desempleo ha sido objeto de análisis en la economía moderna. La Curva de Phillips surge como uno de los conceptos clave que ayuda a entender cómo interactúan estos dos factores, influyendo en las políticas y estrategias económicas de gobiernos y empresas alrededor del mundo.

Origen y desarrollo de la Curva de Phillips

A finales de la década de 1950, el economista A.W. Phillips publicó un artículo que cambió la manera de entender la interacción entre el mercado laboral y los precios. Estudiando datos del Reino Unido entre 1861 y 1957, Phillips encontró un patrón inverso entre la tasa de desempleo y la variación de los salarios nominales. Si el desempleo era bajo, los salarios crecían con rapidez; cuando el desempleo era elevado, los salarios subían lentamente o incluso caían. Esta relación se graficó en lo que hoy llamamos la “Curva de Phillips”.

El contexto de posguerra británico, marcado por políticas de pleno empleo y fuerte intervención estatal, ofreció terreno fértil para estos análisis. Phillips centró su atención en cómo los empresarios, enfrentando escasez de mano de obra, debían pagar sueldos más altos para atraer trabajadores, lo cual podía traducirse en presión inflacionaria. Este hallazgo inspiró a economistas como Paul Samuelson y Robert Solow, quienes adaptaron la relación de Phillips para conectar el desempleo y la inflación de precios, popularizando mundialmente la Curva de Phillips en su versión más conocida.

Con el tiempo, la interpretación original enfrentó varios desafíos. En los años 70, episodios globales como la estanflación —alta inflación junto con alto desempleo— pusieron en duda la solidez de la curva bajo todas las circunstancias. Economistas como Milton Friedman y Edmund Phelps incorporaron el rol de las expectativas de inflación, argumentando que la relación era válida solo en el corto plazo. Así, la curva evolucionó hacia un enfoque más sofisticado, considerando efectos de expectativas, rigideces estructurales y políticas monetarias. Hoy, sigue siendo un marco clave para comprender cómo interactúan las fuerzas del mercado laboral y el nivel general de precios, complementando temas como la inflación y las dinámicas del empleo.

Inflación y desempleo: cómo se relacionan

Las primeras interpretaciones de la Curva de Phillips transformaron la relación que Phillips había observado entre el desempleo y la tasa de incremento salarial en un vínculo directo entre desempleo e inflación. Economistas como Paul Samuelson y Robert Solow, a fines de la década de 1950 y principio de los años 60, adaptaron el hallazgo original para argumentar que existía una disyuntiva entre inflación y desempleo, útil para las políticas públicas. Este enfoque sugería que los gobiernos podían reducir el desempleo a costa de aceptar una inflación más alta, o viceversa, manipulando la demanda agregada.

Sin embargo, este pensamiento pronto se vio enriquecido y cuestionado. La consolidación de la teoría keynesiana ya había puesto en el centro del debate la intervención estatal en la economía, pero la idea de una “curva de posibilidades” entre inflación y desempleo llevó a nuevas políticas monetarias y fiscales en las economías desarrolladas. En los años 60, la Curva de Phillips se convirtió en una herramienta estándar para el diseño de políticas macroeconómicas, incentivando estrategias de control salarial y de demanda.

A partir de los años 70, el surgimiento de la estanflación (alta inflación y alto desempleo simultáneo) desafió la validez de esta relación estable. Investigadores como Milton Friedman y Edmund Phelps introdujeron el rol de las expectativas: sostenían que, a largo plazo, esa relación inversa desaparecía, porque los trabajadores y las empresas ajustaban sus expectativas sobre la inflación. Esto implicó reconocer la existencia de una “tasa natural de desempleo”, donde las políticas expansivas solo lograban aumentar la inflación sin reducir de forma sostenible el desempleo.

Este desarrollo del debate evidenció la importancia de entender el comportamiento de los agentes y la formación de expectativas en la economía, temas que también se exploran en recursos como cómo la inflación afecta la economía. Así, la Curva de Phillips ha evolucionado desde una regularidad empírica a un concepto dinámico, constantemente replanteado bajo nuevas teorías y realidades económicas.

Críticas y revisiones modernas a la Curva de Phillips

A finales de la década de 1950, el economista neozelandés Alban William Phillips realizó una de las aportaciones empíricas más influyentes de la macroeconomía. Analizando datos del Reino Unido entre 1861 y 1957, Phillips observó que existe una conexión entre la tasa de desempleo y el ritmo de crecimiento de los salarios nominales. Cuanto más baja era la tasa de desempleo, mayor era el aumento salarial; a medida que el desempleo subía, los salarios crecían más lentamente o incluso descendían. Este hallazgo se plasmó en una representación gráfica conocida como la “Curva de Phillips”.

El contexto en el que surge la Curva de Phillips es fundamental. El Reino Unido experimentaba cambios económicos tras la Segunda Guerra Mundial, con preocupación tanto por el desempleo como por la inflación. La economía keynesiana predominaba, enfocada en el pleno empleo mediante la intervención estatal, sin prestar mucha atención a la inflación como fenómeno estructural. La observación de Phillips cambió el debate: sugirió que intentar reducir el desempleo por debajo de ciertos niveles, usando políticas expansivas, aceleraría el crecimiento de los salarios y, por ende, la inflación.

A principios de los años 60 el concepto se expandió: economistas como Samuelson y Solow incorporaron la relación entre desempleo e inflación en vez de salarios. Así, la Curva de Phillips pasó a ser vista como una herramienta de política, proponiendo una disyuntiva entre inflación y desempleo en el corto plazo.

Sin embargo, durante la década de 1970, la stagflation —altas tasas de inflación combinadas con desempleo elevado— generó críticas. Milton Friedman y Edmund Phelps reinterpretaron la curva: en el largo plazo, los trabajadores y empresas ajustan sus expectativas y la relación inversa desaparece. Estos debates todavía impactan la toma de decisiones, mostrando la relevancia histórica de la Curva de Phillips. La historia de su desarrollo invita a abordar temas macroeconómicos desde perspectivas dinámicas y teóricas, en línea con enfoques como los tratados en la economía keynesiana y sus críticas.

Si deseas representar visualmente cómo la relación de la Curva de Phillips evoluciona según diversos autores, puedes generar una infografía usando DallE3 con los elementos clave: línea inversa entre inflación y desempleo, cambios de pendiente por expectativas, y aparición de stagflation en los años setenta.

La Curva de Phillips en la política económica actual

A fines de la década de 1950, surgieron nuevas ideas para explicar la dinámica de los mercados laborales. El economista A.W. Phillips, al analizar datos históricos del Reino Unido entre 1861 y 1957, observó un patrón estadístico contrario a las creencias clásicas: cuando el desempleo era bajo, los salarios tendían a subir con más rapidez, y cuando el desempleo aumentaba, la presión salarial disminuía. Este hallazgo se consolidó en un artículo publicado en 1958, donde Phillips representó gráficamente la relación inversa entre la tasa de desempleo y la tasa de crecimiento salarial. Su trabajo marcó el inicio de lo que posteriormente se llamaría “Curva de Phillips”.

El contexto de postguerra, caracterizado por políticas keynesianas y pleno empleo como meta, favoreció la aceptación de esta relación. Pronto, economistas como Samuelson y Solow ampliaron la Curva de Phillips para vincularla con la inflación de precios, no solo con los salarios, postulando que existía un intercambio de corto plazo entre inflación y desempleo. Esta reformulación influyó en la formulación de políticas públicas durante las décadas de 1960.

El desarrollo posterior de la Curva de Phillips incorporó enfoques sobre expectativas. Con el tiempo, autores como Milton Friedman y Edmund Phelps introdujeron el concepto de tasa natural de desempleo y el papel de las expectativas adaptativas. Además, la teoría monetarista debatió la estabilidad de la relación a largo plazo, sembrando el camino para enfoques más complejos. En la actualidad, la Curva de Phillips se interpreta a la luz de factores como la globalización, la tecnología y la estructura del mercado laboral, lo que continúa generando debates entre académicos y responsables de políticas.

Para comprender cómo funcionan las fuerzas de oferta, demanda y mercado laboral, puedes consultar esta guía: El mercado laboral y los tipos de desempleo.

Conclusiones

La Curva de Phillips sigue siendo relevante para comprender las relaciones entre inflación y desempleo, a pesar de sus críticas. Entender este vínculo permite tomar decisiones económicas más informadas, ya sea para estudiantes o profesionales. Acceder a recursos didácticos, como los de Introducción a la Economía, facilita el aprendizaje aplicado para el día a día.

Similar Posts