La Curva de Phillips es un concepto clave que ilustra el vínculo entre inflación y desempleo, dos variables esenciales para entender la política económica. Analizar su evolución, implicancias y limitaciones permite desarrollar una visión más realista sobre cómo afectan estas variables a la economía y el bienestar de la sociedad.
Origen y desarrollo del concepto de la Curva de Phillips
En el Reino Unido de finales de los años 50, la inquietud por entender las altas tasas de desempleo llevó al economista A.W. Phillips a sumergirse en un análisis minucioso de los datos económicos británicos desde 1861 hasta 1957. En su estudio, Phillips se concentró en observar el comportamiento de los salarios nominales y la tasa de desempleo, detectando una relación inversa y sorprendentemente regular: cuando el desempleo era bajo, los salarios se incrementaban de forma rápida; en momentos de desempleo alto, los salarios aumentaban lentamente o incluso caían. De ahí surgió la famosa Curva de Phillips, un gráfico que representaba cómo los cambios en los salarios nominales parecían “moverse en sentido opuesto” al nivel de desempleo.
El contexto económico de la época, marcado por constantes fluctuaciones tras la Segunda Guerra Mundial, generaba un terreno fértil para validar esta relación, ya que gobiernos y analistas buscaban fórmulas para estabilizar el empleo y controlar los conflictos salariales. Pronto, otros economistas interpretaron el hallazgo de Phillips en términos de inflación y desempleo, con la premisa de que si los salarios crecían rápidamente, esto se trasladaba a los precios, impulsando la inflación.
Las primeras implicancias para la política económica resultaron inmediatas. Se sugirió que existía una alternativa: los gobiernos podían decidir tolerar algo más de inflación a corto plazo para conseguir menor desempleo, o aceptar más desempleo si deseaban frenar la inflación. Ejemplos como el Reino Unido y Estados Unidos mostraron una aplicación práctica de este razonamiento en políticas de estímulo y contención. Así, la Curva de Phillips ofreció una herramienta útil para visualizar y explicar la tensión entre dos variables complejas, cumpliendo la misión de hacer comprensibles fenómenos económicos a partir de evidencia empírica clara y datos accesibles.
Para ampliar sobre mercados laborales y salarios, consulta este recurso: Factores que determinan el salario de un trabajador.
Implicaciones de la Curva de Phillips para la política económica
El interés en la relación entre inflación y desempleo alcanzó gran notoriedad después de la publicación de los trabajos de A.W. Phillips en 1958. Sin embargo, pronto la comunidad económica empezó a reinterpretar y expandir el alcance de la curva que él propuso. Mientras el capítulo anterior se centró en los estudios pioneros de Phillips sobre la relación entre desempleo y el crecimiento de los salarios nominales, este recorrido se amplía ahora hacia la transformación del concepto: el vínculo directo propuesto entre el nivel de desempleo y la tasa de inflación.
Tras la publicación de su estudio con datos del Reino Unido, diferentes economistas lo adaptaron considerando que aumentos salariales llevaban a incrementos en los precios para las empresas, es decir, a inflación. Así, la “Curva de Phillips” pasó de mostrar solo una relación salarios-desempleo a convertirse en una poderosa herramienta para analizar la inflación y el desempleo de manera conjunta. Esta visión fue adoptada en distintos países occidentales que, tras la Segunda Guerra Mundial, experimentaban estabilidad monetaria y crecimiento económico con bajos niveles de desempleo, lo que hizo posible identificar ese patrón.
Por ejemplo, en los años 60, economistas como Paul Samuelson y Robert Solow reinterpretaron los hallazgos para políticas dirigidas, sugiriendo que existía un “menú de opciones” para los gobiernos: podían elegir menos desempleo al costo de aceptar inflación más alta, y viceversa. De este modo, la curva comenzó a ser consultada como base empírica para la política económica, influyendo en el diseño de políticas monetarias y fiscales.
El fundamento práctico de la curva residía en su utilidad para explicar la compleja interacción entre dos variables macroeconómicas clave, permitiendo a los responsables de política adoptar estrategias más informadas. Tal como ocurre al analizar otras relaciones económicas —por ejemplo, la oferta y la demanda, explicada aquí ¿cómo funciona la oferta y la demanda?— este enfoque ayuda a traducir fenómenos complejos en explicaciones comprensibles y útiles para los tomadores de decisiones y para quienes inician en la economía.
Críticas y desafíos a la Curva de Phillips
A finales de los años 50, A.W. Phillips, un economista neozelandés, se propuso analizar el vínculo entre las variaciones salariales y el desempleo en el Reino Unido durante más de medio siglo. Examinar datos de 1861 a 1957 le permitió comprobar una tendencia sorprendente: cuando el desempleo era bajo, los salarios nominales tendían a crecer rápidamente. Pero cuando el desempleo subía, el aumento de los salarios se ralentizaba e incluso podía estancarse. Este análisis estadístico quedaría inmortalizado como la famosa Curva de Phillips.
Phillips no observó directamente inflación frente a desempleo, sino la tasa de variación de los salarios nominales frente al desempleo. *Sin embargo, dado que el crecimiento salarial es un determinante clave de la inflación (especialmente en economías donde los salarios son una parte importante de los costos), pronto se identificó una relación entre inflación y desempleo*. Economistas y creadores de política vieron en esta correlación una herramienta útil: podrían, teóricamente, “elegir” entre una inflación más alta y un menor desempleo, o viceversa.
El contexto de posguerra en Reino Unido y otros países industrializados resultó crucial para validar empíricamente la curva. Era un período de reconstrucción, alto crecimiento y cambios dinámicos en el mercado laboral. La inflación aún no era el problema principal; el pleno empleo sí lo era. Así, la Curva de Phillips ofrecía una explicación práctica y sencilla sobre cómo estas dos variables podían interactuar de forma inversa, facilitando el diseño de políticas económicas más informadas.
Por ejemplo, gobiernos de la época consideraron que estimular la demanda agregada podría reducir el desempleo a costa de una cierta inflación tolerable. Este razonamiento, ampliamente discutido en cursos introductorios de economía, ayudó a afianzar el estudio del vínculo entre mercado laboral y precios, y complementó la comprensión de otros fenómenos macroeconómicos, como se explica en cómo influye la inflación en la economía. Una infografía didáctica sobre la evolución histórica de la Curva de Phillips y su interpretación original puede consultarse a continuación:

La Curva de Phillips en la economía actual y futuro
En 1958, el economista neozelandés Alban William Phillips realizó un análisis empírico de la economía del Reino Unido, siguiendo el registro de casi un siglo de datos sobre desempleo y variación de salarios nominales. Al comparar los movimientos de la tasa de desempleo y el ritmo al que cambiaban los salarios nominales, Phillips detectó una relación inversa: cuando el desempleo era bajo, los salarios tendían a crecer con rapidez; cuando el desempleo era alto, el crecimiento salarial se desaceleraba notablemente o incluso se estancaba. Este hallazgo se plasmó en una curva que llevó su nombre, la Curva de Phillips.
En aquel entonces, los salarios nominales eran considerados un componente esencial en la transmisión de presiones inflacionarias, ya que aumentos salariales solían trasladarse a los precios de los productos. Así surgió la interpretación según la cual no solo había una conexión entre desempleo y salarios, sino también entre desempleo e inflación. Los economistas iniciaron así una nueva manera de visualizar el dilema macroeconómico: reducir el desempleo podía implicar aceptar una inflación más elevada y, viceversa, contener la inflación podía conllevar mayor desempleo.
El contexto económico de posguerra, caracterizado por mercados laborales regulados y acuerdos colectivos amplios, facilitó la observación de este fenómeno en países industriales como Reino Unido y Estados Unidos. En la década de 1960, los gobiernos comenzaron a usar la Curva de Phillips como una guía pragmática para la política económica. Se difundió la idea de que era posible elegir un “mix” de inflación y desempleo ajustando la política monetaria o fiscal. Un ejemplo clásico es el uso deliberado del estímulo fiscal y monetario para reducir el desempleo, incluso tolerando aumentos moderados de inflación.
Este enfoque, cercano al espíritu que recorre la explicación práctica de los fenómenos económicos complejos, ayudó a dotar de herramientas simples a la política macroeconómica y a visualizar las compensaciones entre las grandes variables de la economía.
Conclusiones
La Curva de Phillips ha demostrado ser una herramienta valiosa para entender la relación entre inflación y desempleo, aunque con matices y limitaciones evidentes. Comprender sus implicancias y evolución fortalece el análisis económico. Invitamos a los lectores a seguir ampliando su conocimiento con los recursos de Introducción a la Economía y a tomar decisiones más informadas.

