La economía del comportamiento combina psicología y economía para entender cómo las personas toman decisiones financieras. En el Perú, esta disciplina revela patrones únicos que influyen en el consumo, el ahorro y las políticas públicas. Exploraremos ejemplos prácticos y cómo los peruanos responden a diversos estímulos económicos, transformando su bienestar.

Entendiendo la economía del comportamiento

Comprender el comportamiento económico requiere ir más allá de suposiciones racionales. La economía del comportamiento aporta una mirada distinta a la tomada por la economía tradicional. Mientras que la teoría clásica asume que las personas actúan buscando siempre maximizar su utilidad y tomando decisiones objetivas basadas en información disponible, la economía del comportamiento reconoce el peso de la psicología, las emociones y los atajos mentales —o heurísticas— en cada elección diaria.

En el contexto peruano, esta disciplina adquiere relevancia al explicar fenómenos cotidianos que los modelos tradicionales no logran abordar de manera exhaustiva. Muchas decisiones económicas en el hogar o en la empresa responden al contexto cultural, la presión social, la confianza o la desconfianza hacia las instituciones, así como a percepciones subjetivas sobre riesgos y beneficios. Por ejemplo, la *aversión a la pérdida* hace que se prefiera evitar una pérdida antes que obtener una ganancia equivalente; esto se observa cuando las familias peruanas dudan en cambiar de banco aun si otro ofrece mejores condiciones, o evitan invertir por temor a perder el capital.

Los *sesgos cognitivos* también resultan palpables. El “efecto anclaje” determina que las personas suelen dar más peso a la primera información recibida, como cuando se fija un precio de referencia en el mercado local, influyendo en las futuras negociaciones. Las emociones pueden guiar compras impulsivas, modificando hábitos de consumo frente a festividades o promociones, algo no previsto en los modelos de utilidad clásicos.

Estos patrones afectan el ahorro informal —como los panderos—, el bajo uso de instrumentos financieros formales y la preferencia por basar inversiones pequeñas en recomendaciones de personas cercanas más que en información objetiva. Comprender estas dinámicas ayuda a explicar por qué, en Perú, las decisiones económicas muchas veces responden a factores que trascienden el cálculo racional. Para profundizar en cómo se toman estas decisiones económicas individuales, resulta útil revisar este análisis detallado sobre toma de decisiones económicas.

Infografía economía del comportamiento en Perú.

El siguiente capítulo abordará cómo estas tendencias se manifiestan en situaciones reales del Perú, mostrando el valor de la economía del comportamiento para entender fenómenos como el ahorro informal, la respuesta ante subsidios y la informalidad laboral.

Casos reales en el Perú

La comprensión de la economía del comportamiento ha ganado importancia porque desafía la idea clásica de que las personas deciden de modo totalmente racional y calculador. Este enfoque reconoce que, en el día a día, factores como el entorno social, la cultura y las experiencias pasadas influyen en las decisiones económicas. En el Perú, la manera en que los consumidores eligen productos locales frente a importados o el modo en que pequeños comerciantes manejan sus precios, refleja una mezcla de razonamiento intuitivo, emociones y costumbres arraigadas.

A diferencia de la economía tradicional, la visión conductual estudia sesgos como el exceso de confianza y el efecto de anclaje. Por ejemplo, en Lima es común que los compradores acepten precios “referenciales” presentados en ofertas, aun cuando no sean el mejor negocio disponible. También se observa el fenómeno de la aversión a la pérdida, donde muchas familias prefieren conservar efectivo guardado en casa antes que invertirlo por temor a perder, incluso si la inflación erosiona lentamente su valor, como se discute en cómo la inflación afecta tu vida diaria.

El efecto de grupo es significativo: en ferias o mercados tradicionales, la elección de un puesto frecuentemente depende de la cantidad de personas que ya estén comprando ahí. Además, en momentos de incertidumbre política o económica, las decisiones de ahorro suelen verse afectadas por emociones colectivas, como el temor o el optimismo. Esto lleva a patrones de ahorro cambiantes, donde muchos priorizan el gasto inmediato sobre el ahorro de largo plazo.

Estos aspectos demuestran que para entender y mejorar las decisiones económicas en el Perú, es imprescindible tomar en cuenta estos elementos conductuales y su interacción constante con el entorno social y cultural.

Infografía de sesgos conductuales comunes en la economía peruana

Soluciones prácticas y políticas públicas

A diferencia de la economía tradicional, que asume que las personas son racionales y toman siempre las mejores decisiones para maximizar su bienestar, la economía del comportamiento considera los límites de la racionalidad y el peso de las emociones en la vida real. Este enfoque sostiene que factores como el miedo, la aversión a la pérdida, la confianza excesiva y los hábitos pueden conducir a elecciones económicas distintas de las previstas por los modelos clásicos. En el contexto peruano, donde la incertidumbre, la informalidad y las tradiciones tienen un rol importante, estas diferencias cobran especial relevancia.

Diversos sesgos cognitivos guían la conducta diaria. Por ejemplo, es común observar el efecto ancla en la negociación de precios en mercados y ferias: el primer precio sugerido condiciona la percepción de lo que es caro o barato, incluso si no tiene relación directa con el valor real. Otro atajo mental habitual es la preferencia por lo inmediato. Muchas personas priorizan el consumo hoy, aunque les cueste ahorrar para el futuro, mostrando el sesgo del presente.

Las emociones y normas sociales también moldean decisiones financieras. La presión del entorno puede impulsar gastos en celebraciones o fiestas tradicionales, aunque no se cuente con un presupuesto suficiente. Asimismo, el temor a perder dinero lleva a muchos a evitar inversiones en fondos o instrumentos bancarizados, incluso si esta decisión implica perder oportunidades.

*Entre las diferencias clave respecto a la economía clásica, destacan:*

  • Rol central de las emociones en cada elección de gasto, ahorro e inversión.
  • Uso de heurísticas y reglas simples para decidir rápido en contextos complejos.
  • Importancia de los sesgos sociales, como el temor al qué dirán o el ejemplo de familiares.

Estos patrones revelan cómo la toma de decisiones en el Perú está influida por factores culturales, sociales y psicológicos, más allá del análisis racional. Para profundizar en el tema y comprender por qué las personas no siempre actúan de forma óptima, resulta útil revisar cómo se toman las decisiones económicas a nivel individual. Puedes encontrar una explicación detallada en este recurso sobre decisiones económicas individuales.

Aprendizajes y oportunidades para el futuro

La economía del comportamiento se centra en comprender cómo las personas toman decisiones económicas reales, alejándose de la idea de que todos actuamos de manera perfectamente racional. A diferencia de la economía tradicional, que suele basarse en supuestos de maximización y lógica formal, este enfoque reconoce que factores como las emociones, las costumbres y los atajos mentales prevalecen en situaciones cotidianas. En el contexto peruano, estos elementos se reflejan constantemente en la vida diaria y en el manejo del dinero.

Por ejemplo, el sesgo de presente impulsa a muchos peruanos a priorizar el consumo inmediato sobre el ahorro a largo plazo. Es habitual preferir gratificaciones inmediatas, como las compras por impulso en mercados o ferias barriales, antes que postergar el gasto para lograr objetivos mayores. Otro fenómeno común es el exceso de confianza, que lleva a subestimar riesgos o no calcular bien los intereses de un crédito informal. La aversión a la pérdida, por su parte, se traduce en la renuencia a vender bienes, aun cuando financieramente sería la mejor opción.

Estos comportamientos también influyen en el uso de productos financieros. Muchos ciudadanos dudan antes de invertir en instrumentos formales por desconfianza arraigada o desconocimiento, favoreciendo formatos menos seguros. Situaciones familiares, como el tradicional “juntar en grupo” para compras grandes o el “caja común” en celebraciones, muestran cómo influyen normas sociales y emociones en vez de cálculos puramente racionales.

Estas tendencias se alejan de la visión clásica que explica las decisiones sólo a partir de preferencias y precios, como se ve en análisis de oferta y demanda. Para conocer más sobre las diferencias entre estos enfoques, revisa los conceptos clave de la teoría del consumidor. Comprender estos factores es esencial para diseñar políticas y productos que se adapten realmente a las necesidades y realidades del público peruano.

Infografía: diferencias entre economía tradicional y del comportamiento

Conclusiones

La economía del comportamiento en el Perú demuestra que factores psicológicos y sociales inciden en nuestras decisiones económicas. Comprender estos aspectos permite tomar mejores decisiones cotidianas y aprovechar oportunidades para el crecimiento personal y social. Profundizar en estos temas impulsa el bienestar económico y está al alcance con recursos especialmente diseñados para el público local.

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